sábado, 18 de septiembre de 2010

¡Aquelarre Historiográfico!

Como ciudadana interesada por el acontecer del país, me ha llamado poderosamente la atención  el hecho que desde el año 2007, en que aparecieron varias obras relativas a la Campaña Nacional, el historiador Iván Molina ha mostrado una actitud de crítica destructiva con respecto a los autores de esas investigaciones. Desde ese momento, ha evidenciado  un tono inquisidor, descalificador y soberbio.
Ese comportamiento se ha acentuado, recientemente, al enterarse de que una comisión especializada, nombrada por el Consejo Superior de Educación (máximo órgano de la educación costarricense), escogió como lectura obligatoria, para la materia de español, en tercer y cuarto ciclos, las investigaciones que ese profesional habría  criticado con gran acidez. 
En  esta ocasión, Molina utiliza una estrategia que causa repulsa, esto es, trata de hacer aparecer las   obras de Raúl Arias, Armando Vargas y Juan Rafael Quesada, como producto de una acción premeditada de críticos del tipo del Tratado de “libre comercio”, acordado en octubre del año 2007, entre Costa Rica y Estados Unidos de América  ¿Táctica del Memorando Casas-Sánchez?
 Así, según ese historiador, el acuerdo de las más altas autoridades educativas del país “…servirá para fomentar el pensamiento único.” (La Nación, 28 de Junio 2010, Foro-, p. 46A)
En nuestro criterio, la función latente de dicho alegato, es que todo aquel ciudadano que haya participado del proceso que culminó con la votación en referendo del TLC y  haya votado NO al TLC, debe ser enviado al congelador de la historia por tal atrevimiento o herejía.
Una posición que reafirme la división de los ciudadanos costarricenses entre los que votaron NO contra los que votaron SÍ, en momentos en que debemos aglutinarnos alrededor de la Costa Rica que queremos, como dice el informe del Estado de la Nación, nos deja un sabor amargo, viniendo precisamente de una persona que se desempeña en la academia donde debe privar el libre pensamiento.
Si de polarizaciones e intransigencias se trata, un ejemplo contrario y demostrativo de una lucha común, olvidando los del sí y los del no, la dio en la reciente campaña electoral el propio excandidato presidencial del PAC, al incorporar en su fórmula electoral específicamente a una candidata a la vicepresidencia quien en su momento votó por el sí.
Muy lamentable el expediente que escogió porque no construye sino que destruye el discurrir del pensamiento. Hubiera sido mejor que la exposición de sus ideas contrarias a los enfoques que critica, la hubiera hecho manifiesta y vehemente cuando se le invitó al panel para discutir sobre el tema el 30 de noviembre de 2009. No obstante, declinó la invitación pero sí se ha dedicado a escribir artículos con contenidos ad hominem que le hacen un flaco favor a quienes sostienen documentadamente tesis diferentes a la propia. La verdad no es propiedad exclusiva de algunos.
¡Ojalá que busquemos puentes que nos unan y que permitan el abordaje transdisciplinario de los problemas nacionales para enfrentar los desafíos de la desigualdad y, sobre todo, que logremos desterrar de los medios, manifestaciones de intolerancia ante el trabajo intelectual!

Héroe único en Costa Rica

Con una sensación de duelo por el empobrecimiento de la memoria histórica del país, recibimos la noticia que el proyecto de ley que declararía héroe nacional a don Juan Rafael Mora Porras fue frenado con el argumento que “…declarar héroe a Mora Porras afectaría la figura de Juan Santamaría como héroe costarricense”
En ese mismo orden de ideas, se complementa dicho argumento con la afirmación que aparece en las redes sociales, en el sentido que no procede la declaratoria porque “Juanito Mora representa al gran conductor político, Juan Santamaría al pueblo, a los que murieron en el campo de batalla, ambos merecen ser honrados…pero de manera diferente”  
La comba al palo se encontró con la fórmula de declararlo “padre de la patria y libertador”. El futuro inmediato del evento producido significará dilación y confusión a nuestros estudiantes. Significa todo este corro innecesario, que la historia patria no puede dar otro héroe nacional de aquí a la eternidad. En su lugar, debemos buscar otros calificativos para que el soldado Juan sea el único merecedor de este nombre, “por ser del pueblo”.
Se infiere del argumento que se plantea contra la declaratoria, que el pecado de don Juan Rafael fue desempeñarse en el nivel determinativo de gobierno, estatus que no lo acerca al pueblo, ergo, no puede ser héroe. Sólo pueden ser héroes “los del pueblo”
Esa estigmatización para decidir si un costarricense puede ser o no héroe nacional, reduce los criterios de los legisladores a un punto que el espíritu mismo de usar la historia para mejorar el presente, pierde todo su valor y produce molestias ad naúseam.
Don Juan Rafael no murió en el campo de batalla pero fue asesinado por personas pertenecientes a los más altos niveles de decisión del país que lo adversaban a él y a sus ideales. Por ello, tan merecida es la declaratoria de héroe para el soldado Juan, del pueblo, como para este Presidente.
A propósito, recordemos que “…el regreso de las tropas costarricenses, una vez que William Walker se rindió ante las tropas centroamericanas, el 1° de mayo de 1857 (…) tuvo un gran impacto sobre la población costarricense; incorporó, como actores protagónicos a las comunidades por donde pasaban los soldados, aunque difícilmente un solo costarricense podía quedar al margen de aquella hermosa jornada que constituía la culminación de la epopeya colectiva que, sin lugar a dudas, era el crisol o fragua de la nacionalidad costarricense…”[1]  Ergo, “el conductor político” de esta gesta, ¿No puede ser declarado junto a Santamaría héroe nacional? ¿Qué pasará si el nombre de algún ex diputado costarricense es propuesto, por su actuación histórica para ser declarado héroe nacional? ¿Se rechazará ad portas por hacer sido “conductor político”?
Ojalá que la “mentalidad de campanario” a la que hacía alusión recurrentemente nuestro muy querido Enrique Benavides, no alcance las curules de la Asamblea Legislativa.


[1] Juan Rafael Quesada Camacho. El Clarín Patriótico: la guerra contra los filibusteros y la formación de la nacionalidad costarricense. Alajuela: Museo Histórico Cultural Juan Santamaría: Colegio de Licenciados y Profesores, 2006, p. 45.